top of page

Celebramos a la Madre del verdadero Dios por quien se vive



Por Vero Gutiérrez

Asistente Editor


Unidos por esta gran celebración de toda la Iglesia, cientos de católicos alrededor de Idaho, asistieron a las diferentes celebraciones eucarísticas, procesiones, mañanitas, representaciones de las apariciones, y el rezo de los 46 rosarios que inició en octubre y terminó con la Fiesta a Nuestra Señora de Guadalupe el 12 de diciembre. Para entender por qué se celebra con tanta devoción a Nuestra Señora de Guadalupe, debemos comprender la historia y el significado de las apariciones.



Las apariciones de la Virgen de Guadalupe ocurren en 1531, una década después de que los españoles habían conquistado México.



Una gran crisis se vivía no solo entre los conquistados debido a que su gran imperio Azteca había sido derrotado; sino también, en los conquistadores, que estaban a punto de desfallecer en sus esfuerzos de convertir al catolicismo al pueblo indígena.



El primer grupo de misioneros integrado por fraciscanos y dominicos, y encabezados por el primer obispo de la diócesis de México, Fray Juan de Zumárraga estaban haciendo un gran esfuerzo por evangelizar a los nativos, pero su misión se volvía más complicada. Por un lado, trataban de enseñar sobre el amor del verdadero Dios, pero por otro, tenían que enfrentar a las autoridades civiles españolas que se aferraban en adorar al dios oro y llevaban a este imperio a la destrucción y la esclavitud.



Este grupo de hombres en su ansía de poder se volvieron en contra de su propio obispo a quien intentaron asesinar.


Un escrito de finales del siglo XVI de Fray Gerónimo de Mendiet, “História Eclesiástica” afirma que los indios decían “Si a éstos llamáis cristianos, viviendo como viven y haciendo lo que hacen, yo me quiero ser indio como me llamáis, y no quiero ser cristiano”.



Por otra parte, los relatos de las investigaciones realizadas por el Sacerdote Eduardo Chávez en el libro titulado “ La verdad de Guadalupe”, afirman que en el año 1529 el obispo Zumárraga escribió con angustia “si Dios no provee con remedio de su mano está la tierra a punto de perderse totalmente”.



Chávez cita en su obra “Es en este momento cuando, Dios toma la iniciativa de encontrarse con el ser humano por medio de Su Madre, Santa María de Guadalupe, quien eligió a un indígena humilde y sencillo con un alma transparente y candorosa, Juan Diego Cuauhtlatoatzin”.


Esa mañana, de los primeros días de diciembre, Juan Diego, quien era uno de los nativos que recién había sido convertido, tuvo su primer encuentro con la Virgen. Él se dirijía a atender asuntos de su doctrina en un recorrido de poco más de 12 millas caminando.



Chávez, afirma que la forma en la que la Virgen se presenta es muy importante porque no destaca su propia presencia, sino se muestra como una mensajera de Dios, presenta a su Hijo, y prueba de ello son sus primeras palabras a Juan Diego: “Yo soy la Madre del verdadero Dios por quien se vive”.



La Virgen le habla a Juan Diego, en su propio idioma náhuatl, y él le contesta identificándola de inmediato como la Madre de Dios sin ninguna vacilación. “Señora mía, Reina mía, Muchachita mía”.




Así lo relata el documento histórico más fiel que describe los diálogos entre Juan Diego y la Virgen de Guadalupe, conocido como “Nican Mopohua” que significa “Aquí se narra”.

Este documento fue escrito por Antonio Valeriano, quien escuchó directamente de Juan Diego todo lo que ocurrió en estas apariciones, entre el 9 y el 12 de diciembre.


Todo ocurre ahí en el cerro del Tepeyac en el mismo lugar donde años antes había sido destruido el templo pagano a la diosa Coatlicue Tonantzin del culto pagano, según lo relata el Padre Eduardo Chávez, autor del libro “La verdad de Guadalupe” y postulador de la causa de canonización de san Juan Diego.


La Virgen María se presenta como una estrella de evangelización y esperanza no solo entre dos culturas sino entre toda la humanidad.


Aquello que no pudieron lograr los misioneros, la Virgen de Guadalupe lo logró con su toque maternal y su sola presencia. No se trataba de una fotografía o una imagen, toda ella era el anuncio del evangelio, plasmada como un cٕódice que el pueblo nativo perfectamente logró comprender.


María de Guadalupe nos habla que Dios no abandona a su pueblo, sino que permanece fiel a sus promesas, escucha sus lamentos y cuida de todos sus hijos.


El autor afirma “Para la cultura indígena mexicana, como en muchas otras, eran sumamente importante los símbolos y las imágenes que suste-ntaban realidades profundas, por lo tanto, el hecho de que la Virgen de Guadalupe haya escogido esta prenda para plasmarse significaba la consagración del ser humano a Dios por medio de María”.


Otro aspecto que destaca el Padre Chávez en su libro es que la tilma era un indicativo del nivel y condición social de la persona, solo los nobles tenían permitido decorar sus vestimentas, y las de las clases macehuatl (humilde) a la que pertenecía Juan Diego permanecían sin color.


Al plasmar su imagen en la tilma de Juan Diego la Virgen lo está dignificando y elevando al máximo honor.


Otro profundo significado que añade el Padre Chávez en su investigación es que en la ceremonia nupcial, un momento importante entre los indígenas era anudar el huipil (falda que usaban las mujeres indídenas) con la tilma del varón, simbolizando que quedaban unidas sus vidas en matrimonio. “Santa María de Guadalupe, al plasmar su imagen en la tilma de Juan Diego, simbólicamente, está uniendo su vida con la del pueblo, por lo que la Virgen de Guadalupe realizaba un matrimonio espiritual con el pueblo y, con ello, una nueva alianza de amor a Dios”.


Para muchos este gran acontecimiento de las apariciones de la Virgen de Guadalupe significa no solo la reconciliación entre la cultura india y la cultura hispana, dos pueblos que habían estado enfrentados uno contra el otro, sino también, significa la armonía entre todos los pueblos de la tierra.


La investigación del Padre Chávez expusó que muchos años después, un 12 de diciembre del año 1995, al llegar a México nuevos misioneros preguntan a la comunidad indígena que significa esta celebración y ellos contestan:


Celebramos a una Mujer de gran importancia, más que los mismos emperadores, que a pesar de ser mujer, su poderío es tal que se para frente al sol, nuestro dador de vida, y pisa la luna, que es nuestra guia en la lucha por la luz y se viste con las estrellas, que son las que rigen nuestra existencia y nos dicen cuando debemos sembrar o cosechar.


Pero su rostro nos dice que hay alguien mayor que ella, porque esta inclinada en signo de respeto.


Nuestros mayores ofrecían corazones a Dios, para que hubiera armonía en la vida. Esta Mujer dice, que sin arrancarlos, le pongamos los nuestros entre sus manos, para que ella los presente al verdadero Dios.


Este año, celebramos el 492 aniversario de las cuatro apariciones de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego en el cerro del Tepeyac.


Hoy en día la devoción y el mensaje de la Virgen de Guadalupe se ha extendido a todo el mundo donde tiene miles de devotos que celebran cada 12 de diciembre su fiesta patronal. En el año 1945 fue nombrada Emperatriz de América por el Papa Pío XII.


En el año 2002 Juan Diego Cuauhtlatoatzin, fue canonizado por el Papa Juan Pablo II, su nombre quedó escrito en el catálogo de los santos y se ha convertido en el primer santo indígena del Continente Americano.


La imagen de la Virgen fue colocada en una Ermita que se construyó junto al cerro del

Tepeyac; actualmente se ha convertido en una basílica que recibe a miles de peregrinos.


If you enjoyed this story and would like to read more like it, please consider buying a subscription to the Idaho Catholic Register. Your $20 yearly subscription also supports the work of the Diocese of Boise Communications Department, which includes not only the newspaper, but this website, social media posts and videos. You can subscribe here, or through your parish, or send a check to 1501 S. Federal Way, Boise, ID, 83705: or call 208-350-7554 to leave a credit card payment. Thank you, and God bless you.

98 views0 comments

Diocesan Pastoral Center

FAX: (208) 342-0224

1501 S. FEDERAL WAY, SUITE 400, BOISE, ID 83705

  • Facebook
  • YouTube
  • Twitter
  • Instagram
bottom of page